Cuentos

Cuento tradicional. Simbad el marino

Simbad el marino. Cuento tradicional.
Hace muchos años, en Bagdad, vivía un joven muy pobre llamado Simbad que para sobrevivir trasladaba pesados fardos por lo que le decían 'el cargador'. 
Sus quejas fueron oídas por un millonario, quien lo invitó a compartir una cena. Allí estaba un anciano, que dijo lo siguiente:
- 'Soy Simbad 'el marino'. Mi padre me legó una fortuna, pero la derroché quedando en la miseria. Vendí mis trastos y navegué con unos mercaderes. Llegamos a una isla saliendo expulsados por los aires, pues en realidad era una ballena. Naufragué sobre una tabla hasta la costa tomando un barco para volver a Bagdad'. 
Y Simbad 'el marino', calló. Le dio al joven 100 monedas rogándole que volviera al otro día. Así lo hizo y siguió su relato: 
- 'Volví a zarpar. Al llegar a otra isla me quedé dormido y, al despertar, el barco se había marchado. Llegué hasta un profundo valle sembrado de diamantes y serpientes gigantescas. Llené un saco con todas las joyas que pude, me até un trozo de carne a la espalda y esperé a que un águila me llevara hasta su nido sacándome así de este horrendo lugar'.
Terminado el relato, Simbad 'el marino' volvió a darle al joven 100 monedas, rogándole que volviera al día siguiente.
- 'Con mi fortuna pude quedarme aquí, relató Simbad, pero volví a navegar. Encallamos en una isla de pigmeos; quienes nos entregaron al gigante con un solo ojo que comía carne humana. Más tarde, aprovechando la noche, le clavamos una estaca en su único ojo y huimos de la isla volviendo a Bagdad'. Simbad dio al joven nuevas monedas, y al otro día evocó:
- 'Esta vez, naufragamos en una isla de caníbales. Cautivé a la hija del rey casándome con ella; pero poco después murió, ordenándome el rey que debía ser enterrado con mi mujer. Por suerte, pude huir y regresé a Bagdad cargado de joyas'. Simbad 'el marino' siguió narrando y el joven escuchándolo: 
- 'Por último me vendieron como esclavo a un traficante de marfil. Yo cazaba elefantes y un día, huyendo de uno, trepé a un árbol pero el animal lo sacudió tanto que fui a caer en su lomo, llevándome hasta su cementerio. ¡Era una mina de marfil! Fui donde mi amo y se lo conté todo. En gratitud me dejó libre, regalándome valiosos tesoros. Volví y dejé de viajar. ¿Lo ves?, sufrí mucho, pero ahora gozo de todos los placeres'.
Al acabar, el anciano le pidió al joven que viviera con él, aceptando encantado y siendo muy feliz a partir de entonces.


La leyenda del árbol mágico, una historia latinoamericana para niños

Árbol en playa
Cuenta la leyenda que en una pequeña isla llamada Cancaguy vivía gente amable y feliz, que se dedicaba a la agricultura y a la pesca. Pero llegó una época de sequía y sus embalses se secaron. 
La gente de Cancaguy estaba triste, porque sólo tenían agua salada del mar. ¿Cómo iban a regar sus plantas? ¿Cómo iban a beber?
Un caluroso día, Babur, príncipe de Cancaguy salió con su hermana pequeña, Alim, en busca de un nuevo pozo de agua. Recorrieron un gran camino, y cuando estaban a punto de dar media vuelta, descubrieron un acantilado que no conocían. Allí, en medio, la puerta de una gruta. Alim, que era muy curiosa, convenció a su hermano para entrar en la gruta.
Pronto descubrieron una luz que indicaba el final del pasadizo. Al salir, no podían creer lo que veían: ante sus ojos, y en una pequeña playa, había un hermoso árbol. Un árbol enorme, con raíces fuertes que se veían a ras del suelo rodeadas de preciosas flores. A su alrededor, un pequeño lago en donde bebían varios animales.
Babur y su hermana nunca habían visto algo así. Un árbol tan inmenso en plena playa,rodeado de flores y de agua... Cuando se acercaron, el árbol comenzó a hablar. Les dio un gran susto. 
- No temáis- dijo el gran árbol- Mi nombre es Ger, y soy un gorgoé, un árbol mágico de los océanos. Mi misión es desalar el agua del mar. Mis hojas caen al agua del mar que me rodea y absorben la sal. Luego el agua las arrastra hasta la orilla, en donde se transforman en flores. Podéis beber, vamos, probad el agua. 
El árbol mágico de los océanos tenía razón. ¡El agua era dulce! Los niños corrieron a dar la buena noticia a Bisar, el rey del poblado. Al principio nadie quería creerles, pero los niños insistieron. Y estaban tan entusiasmados, que les siguieron hasta el árbol mágico. Y descubrieron que todo era verdad. No podían estar más felices. 
Los habitantes de Cancaguy trataron al árbol lo mejor que podían, A cambio, el árbol les daba agua para beber y regar. Pero la historia del árbol mágico pronto traspasó las fronteras. El terrible Tartor, un ambicioso rey que había desolado su propio reino, fue hasta allí en busca del árbol. Lo arrancó y se lo llevó al barco. Pero entonces recibió sus castigo: de pronto se desató una terrible tormenta que partió en dos al barco. El árbol se hundió junto con todos los tripulantes. 
Y como los habitantes de Cancaguy eran muy buenos y nobles, recibieron su recompensa. Allí en donde antes estaba Ger, nació otro árbol idéntico. Pronto volvieron a tener agua dulce y nunca más sufrieron problemas de sequía



Cuentos para niños. Toño y la sirena
A Toño le regalaron una red para que pescara a la orilla de la playa. Muy ilusionado se fue el domingo a probarla y empezó a echarla, pero sólo sacaba del mar algas y algún pequeño pez, que devolvía al mar para que pudiera crecer.
Después de varias horas cogió algo que brillaba en la red, y con cuidado lo sacó para ver lo que era. Con gran sorpresa vio una orquídea de sal cristalizada, y enseguida quiso regalársela a su madre para darle una gran alegría.
Cuento sobre la cooperación
SirenaPensando en lo que había encontrado, se sentó a descansar en una piedra que salía del mar. De pronto oyó una voz a sus espaldas, y al volverse vio la sonrisa de una hermosa niña que le dijo:
- Veo que has encontrado mi flor de cristal. La había perdido y estaba disgustada, ya que todas las sirenas tenemos una que nos regaló nuestro Rey, Neptuno.
Entonces Toño se dio cuenta de que era una sirena, y le dijo:
- Yo quería regalársela a mi madre…
La sirena le contestó:
- Yo puedo traerte del fondo del mar un buen regalo para tu madre si me das mi orquídea. Toño se la dio sin pensarlo dos veces y la sirena, con una gran sonrisa, la cogió y nadó hacia el fondo del mar.
El niño pensó, 'igual ya no vuelve pero, claro, si la flor es de ella no podré quitársela'.
Terminaba de pensar en esto cuando salió la sirena sosteniendo una gran ostra, ¡era una ostra! La sirena le dijo:
- Cuando tu madre la abra, verás como le gustará. Quizá sería bueno que la sirena se sumergiera y entonces
Toño abriría la ostra y encontraría la perla.
Se dieron las gracias mutuamente. La sirena se sumergió en el mar y Toño se fue, imaginando la cara que pondría su madre cuando le contara su aventura y, mejor aún, la que pondría al recibir la sorpresa tan bonita que le iba a dar. ¡Estaba feliz!
FIN

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS